Evangelios apócrifos




 

En el siglo II aparecieron unos Evangelios llamados “apócrifos” (ocultos) por oposición a los “canónicos”. Intentaban cubrir las lagunas que los cuatro Evangelios tenían de la vida de Jesús, sobre todo de su infancia. Las comunidades cristianas no los admitieron como auténticos. Aunque se atribuían a un apóstol o a un personaje relacionado con Jesús, la Iglesia no los ha reconocido como palabra de Dios. Son narraciones legendarias con una mezcla de buena voluntad y de fantasía, aunque tengan muchos datos correctos. Han tenido bastante influjo en devociones y fiestas populares, así como en el arte religioso.





Los cuatro Evangelios


 


Los cuatro evangelios son narraciones de la vida de Jesús y de sus palabras, reflexionadas, vividas y celebradas en la fe de las primeras comunidades cristianas. Las cuatro narraciones, por una parte, tienen muchas cosas en común; y, por otra, hay diferencias que completan, complementan y enriquecen dichas narraciones. Cada uno, inspirado por el Espíritu Santo, ha querido transmitirnos su propia experiencia y sus recuerdos, para provocar y aumentar la fe de quienes los lean. Sólo desde la fe y con la fe deben ser leídos para comprenderlos.

 

1. Significado de Evangelio

 

El significado originario es “Buena Nueva”. Se trata de la Buena Nueva de la Salvación en Cristo Jesús.

 

“Los cuatro Evangelios narran fielmente lo que Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres hizo y enseñó realmente hasta el día de la Ascensión. Después de este día, los apóstoles comunicaron a sus oyentes esos dichos y hechos con la mayor comprensión que les daban la resurrección gloriosa de Cristo y las enseñanzas del Espíritu de la Verdad. Los autores sagrados compusieron los cuatro Evangelios escogiendo datos de la tradición oral o escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolos a la situación de las diversas iglesias, conservando siempre el estilo de la proclamación: así nos transmitieron datos auténticos y genuinos acerca de Jesús; sacándolos de su memoria o del testimonio de los que asistieron desde el principio o fueron ministros de la Palabra, los escribieron para que conozcamos la verdad de los que nos enseñaban” (Concilio Vaticano II, Dei Verbum, número 19).

 

Antes de ser escrito, el Evangelio fue mensaje transmitido oralmente; antes de ser libro, fue palabra.

 

Los apóstoles y primeros discípulos expresaban con la palabra “Evangelio” no sólo el Mensaje de Jesús, sino también los rasgos más importantes de su vida, y de modo especial su muerte y resurrección. El núcleo del Evangelio era Jesús resucitado. Anunciaban un nuevo talante de vida de los hombres. Y de hecho los que aceptaron este Evangelio, los que creyeron en él, organizaron sus vidas con un estilo nuevo, que fue calificado muy pronto como “cristiano”, porque eran los seguidores de Cristo.

 

En estos grupos o comunidades cristianas, los “testigos oculares”, los que habían vivido con Jesús, exponían sus experiencias, transmitían las enseñanzas de Jesús y evocaban su presencia entre ellos con celebraciones litúrgicas.

 

Estas tradiciones se comunicaban a otros grupos: se reflexionaba sobre ellas y se interpretaban en el marco de las situaciones específicas por las que cada comunidad atravesaba. Pronto las comunidades tuvieron necesidad de fijar estas tradiciones por escrito, como ya explicamos en el capítulo anterior.

 

2. Autores de los Evangelios

 

Los cuatro Evangelios, tal como los tenemos hoy, nacieron sin nombre del autor entre los años 70-90. Hacia el 125 se reunieron en una colección. Quizá en este momento se les puso el título que tienen hoy: “Evangelio según Mateo, Marcos, Lucas, Juan”.

 

La tradición afirma que estos escritos surgieron en el entorno de ciertas comunidades: Marcos, en la de Roma; Mateo, en la de Antioquía (Siria); Lucas, en unas comunidades compuestas mayoritariamente por no judíos (Grecia, Siria o Roma), y Juan, en las de Palestina, o en las de Asia.

 

3. Los evangelios sinópticos: origen y formación

 

Los tres primeros se llaman sinópticos (yuxtapuestos), porque tienen muchas coincidencias y se pueden leer disponiendo el texto en columnas paralelas:

 

Mateo 26, 26

Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos: Tomad y comed, esto es mi cuerpo.

 

Marcos 14,22

Durante la cena, Jesús tomó pan, dio la bendición, lo partió, se lo dio y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.

 

Lucas 22,19

Después tomó pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.